Dedico este post a todos los profesionales de la medicina en España, que están dando todo su tiempo, su esfuerzo y su vida por un trabajo mal pagado y peor reconocido que sin embargo ejercen con una vocación y dedicación encomiables.
Hamilton Naki, un sudafricano negro de 78 años, murió en mayo de 2005. La noticia apareció apenas en los periódicos, pero su historia es una de las más extraordinarias del siglo XX.
El cirujano jefe del grupo, el blanco Christian Barnard, se transformó en una celebridad instantánea. Pero Hamilton Naki no podía salir en las fotografías del equipo. Cuando apareció en una por descuido, el hospital informó que era un empleado del servicio de limpieza.
Naki usaba bata y mascarilla, pero jamás estudió medicina ni cirugía. Había abandonado la escuela a los 14 años. Era jardinero en la Escuela de Medicina de Ciudad del Cabo. Comenzó limpiando las jaulas. Pero era curioso y aprendía deprisa. Aprendió la técnica quirúrgica viendo a los médicos blancos que practicaban las técnicas de transplantes en perros y cerdos.
Se transformó en un cirujano excepcional, hasta tal punto que el Dr. Barnard lo requirió para formar parte de su equipo. Era un problema para las leyes sudafricanas. Naki no podía operar pacientes ni tocar sangre de blancos. Pero el hospital le consideraba tan valioso que hizo una excepción con él. Se transformó en una especie de cirujano clandestino. Eso no le importó. Él siguió estudiando y dando lo mejor de sí, pese a la discriminación. Era sobresaliente. Daba clases a los estudiantes blancos, pero ganaba salario de técnico de laboratorio, el máximo que el hospital podía pagar a un negro. Vivía en una barraca sin luz eléctrica ni agua corriente, en un gueto de la periferia, como correspondía a un negro.
Enseñó cirugía durante 40 años y se retiró con una pensión de jardinero, 275 dólares por mes. Cuando el apartheid terminó, le concedieron una condecoración y el título de médico honoris causa. Nunca reclamó por las injusticias que sufrió a lo largo de toda su vida. Pese a la clandestinidad y discriminación jamás dejó de dar lo mejor de sí mismo: su pasión por ayudar a vivir.
Este reportaje lo he extraído de una presentación anónima que me envió Carolina.
Buen post. Yo también le dediqué uno cuando recibí el pps.
ResponderEliminarEl powerpoint contiene una información que no nos deja indiferentes.
jo, me he quedado de piedra, qué historia tan interesante...
ResponderEliminardesconocía por completo lo de H. Naki, sin embargo sí sabía del famosísimo, Dr. Barnard,
Gracias, un beso
Orange no recuerdo ese post que dices y no lo encuentro tampoco. Pásame el link anda.
ResponderEliminarO sea Alkerme que el apartheid consiguió lo que se proponía, que conociéramos al blanco y al negro no. Menos mal que ya no funciona así Sudáfrica.
http://bichodelablogosfera.blogspot.com/2008/07/hamilton-naki-cirujano.html
ResponderEliminarqué lindo post!
ResponderEliminary todos los de abajo también, tu blog es muy entretenidoo!
A saber cuántos genios de corazón inmenso y de contrastada valía han sido apartados por ese cáncer llamado discriminación.
ResponderEliminarDifundir este tipo de historia debería abrirnos los ojos para evitarlas en el futuro.
Preciosa.
Pues bienvenida Alejandra.
ResponderEliminarDebería abrirnos los ojos pero no sé yo si pasa eso.
Este post también me recuerda a una gran película, que dio vuelta la vida de Angelina Jolee…Detrás de las fronteras creo que era el titulo. Quisiera para mi contagiarme de ese espíritu de abnegación y entrega, un beso.
ResponderEliminarEl problema no es que haya hèroes ocultos, sino còmo debería ser el mundo si todos tomáramos el ejemplo y nos convirtìeramos en personajes que trsascendieramos igual que el doctor.
ResponderEliminarAlguien
Pues el mundo sería la leche Ignacio, la leche.
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